Irene…

El otro día, mientras mis amigos y yo disfrutabamos de una sobremesa ante la chimenea después de devorar el cochinillo, me acordé de una historia…

(Pincha aquí para ver el cochinillo en todo su esplendor)

Era junio de 2005, yo estaba hasta arriba de exámenes y sin un duro. Así pues, me animé a ir de monitor de tiempo libre a un albergue con un grupo muy majo de coordinadores y monitores. No era la primera vez que era monitor, pero esa es otra historia…

El caso… habíamos tenido un par de reuniones los 12 monitores que íbamos a encargarnos de esos hijos de satanás agradables chavales, pero siempre faltaba una monitora. Su nombre era Irene. Ya nos conocíamos todos, y las bromas ibas y venían, pero siempre se hablaba de esa Irene que no podía acudir a las reuniones pre-campamento, aunque iría seguro.

Llegó el día en que nos reuníamos para viajar al albergue (situado en Cáceres). Fuimos apareciendo poco a poco, todo caras semi-conocidas, hasta que había una que no. Uno, que es muy listo, pensó inmediatamente «esa tiene que ser Irene». Empezó a saludarse con alguna gente que ya conocía, y cuando daba besos a alguien desconocido intentaba escuchar cual era su nombre. Mi cerebro se reafirmó cuando leí en su labios «Irene». Yo estaba el último de unas 10 personas que tenía que saludar. Cuando le faltaban 2 para llegar a mí claramente le escuché decir que se llamaba Irene.

Entonces llegó mi turno, me tocaban a mí los dos besos. Cogí aire… y YO le dije a ELLA…

«Hola, me llamo Irene»

Sí amigos, el cerebro de un hombre es traicionero y nunca sabes cuando saldrá tu lado femenino…

Ahí os quedáis!

PD: que levante la mano el/la que había pensado que esto era una historia de amor…